La Última Cena. Leonardo

Leonardo da Vinci. La última cena. 1497. Monasterio de Santa María delle Grazie de Milán Una de las obras en las que vemos reflejada el estudio de la perspectiva es La última cena de Leonardo Da Vinci. Todos los personajes se encuentran en un mismo plano paralelo al espectador sentados a la mesa. La sensación de profundidad nos la da la construcción de la estancia cuyas líneas de fuga confluyen en un punto situado bajo la oreja derecha de Cristo. La Última Cena sigue una composición “transparente”, aparentemente muy sencilla y fácil de analizar, porque se sustenta en una superposición de cuadrados. Pulsa el botón Play para iniciar una secuencia de animación que muestra elementos geométricos de la composición de la obra:
(1) Abatimos los lados latereales sobre la base para dividir el rectángulo en dos cuadrados. (2) Las cabezas de los apóstoles se encuentran a la misma altura en una recta que además de ser la línea del horizonte, es la recta que divide horizontalmente el rectángulo en dos mitades. Las cabezas de los apóstoles están alineadas sobre esa recta y se agrupan interactuando de tres en tres en cada una de las cuatro partes en que se divide la escena. Se encuentran en un estado de agitación, esto se debe a que la escena representada por Leonardo es el momento siguiente al anuncio de Cristo de que uno de sus discípulos lo va a traicionar. Cristo está en el centro conformando un triángulo de un tamaño algo superior al de los apóstoles -aproximadamente un 20% superior-, para resaltar su importancia. (3) Aunque la composición del cuadro es sencilla, el resultado no puede calificarse de simple ya que está lleno de ambigüedades. La estancia representada tiene una gran profundidad si analizamos solamente la mitad superior, en cambio, en la parte inferior niega esa sensación de profundidad colocando una gran mesa a modo de friso casi plano. Ocultamos tanto la parte superior como la inferior del cuadro para quedarnos con los personajes en el centro para comprobarlo. (4) Volvemos a los dos cuadrados iniciales y trazamos sus diagonales. Consideramos el cuadrado formado por las dos mitades centrales. (5) Dividimos los lados del cuadrado central en seis partes iguales formando una cuadrícula 6x6. En la parte superior delimita las divisiones del artesonado del techo. (6) La cuadrícula construye dos nuevos cuadrados centrales (de color rojo) cuyos lados y vértices descansan sobre la cuadrícula marcada en el paso anterior. El más pequeño alberga la figura de Cristo y el mayor delimita la pared del fondo. (7) Las líneas de fuga confluyen en un punto situado aproximadamente bajo la oreja derecha de Cristo. En la parte superior hacen resaltar el artesonado del techo, las diagonales de los cuadrados centrales del apartado anterior son líneas de fuga que marcan la unión de las paredes laterales con el techo, las diagonales del rectángulo grande son las que delimitan los lados superiores de los rectángulos situados en las paredes laterales.   La sensación de que podemos entrar en el cuadro se incrementa porque fue diseñado para la pared norte del comedor del monasterio de Santa María delle Grazie de Milán de forma que la escena debía parecer que era una prolongación de la sala. Cristo debía presidir ambas salas: la ficticia pintada en el cuadro y la real del comedor. Para conseguirlo ha sido representado a mayor escala que el resto de los personajes. Pero aún hay más, como el punto de fuga está situado a 4.5 metros de altura respecto del suelo del comedor, la perspectiva obliga a nuestro cerebro a realizar una concordancia entre la situación real de la estancia y la representada en el cuadro y provoca un efecto óptico de elevación del observador.